Por Martín Lizondo, Diciembre de 2017

Comparto el equipo que utilizaré este verano en un recorrido de aprox. 400 kg en la Patagonia Norte, en Argentina y Chile. No haré propaganda de ninguna marca. Tan solo expongo un metodología de planificación, cuya finalidad es emprender caminatas con mayor comodidad y menor desgaste físico, tras reducir el peso de la mochila al mínimo.

Introducción

Minimizar el peso de nuestro equipo es una verdadera prioridad a la hora de planificar una caminata. Sin ahondar en detalles, daré por aceptado que una carga liviana reduce la presión sobre las articulaciones, músculos y tendones, así como favorece el equilibrio, permite mayor libertad de movimientos y en definitiva, disfrutar mejor la actividad del senderismo. Una forma de lograr este objetivo es racionalizar al máximo los elementos que llevamos en la mochila, confeccionando una lista detallada de cada objeto con su peso.

Se denomina “peso base” al total del equipo dentro de la mochila (incluyendo la propia mochila) que se mantiene invariable durante la travesía. Por otra parte están los llamados “consumibles”, aquellos elementos que varían considerablemente a lo largo de la travesía. Por ejemplo: la carpa y la bolsa de dormir son peso base; en cambio la comida y el agua son consumibles.

Un equipo tradicional puede llegar a superar los 12 kg de peso base, mientras que un equipo considerado “liviano” rondará los 5 o 6 kg de peso base, según una medida bastante aceptada. En la Huella Andina (Enero de 2017) llevé una mochila de aprox. 6 kg de peso base, lo cual me permitió mejorar muchísimo en rendimiento y cubrir mayores distancias con menor desgaste físico. Para este verano me propuse disminuir aún más el peso de la mochila, logrando un equipo que actualmente suma un total de 2,6 kg de peso base.