Testimonio de la Huella Andina: Tercera Parte
Testimonio de la Huella Andina: Tercera Parte

Testimonio de la Huella Andina: Tercera Parte

DE QUILA QUINA A PUERTO PATRIADA

Esta parte de la Huella Andina se podría dividir en dos: por un lado, los primeros tramos que requieren conexiones vehiculares entre sí, llegando hasta Villa La Angostura; y por otro lado, el camino que une de manera continua Bariloche con el Lago Epuyen, pasando por la comarca del Bolsón.

Día 19: conexión a Quila Quina 

21 de Enero de 2017

Cumplidas las etapas de Ñorquinco-Rucachoroy-Quillén, regresé a Aluminé a dedo y desde allí tomé el micro hasta San Martín de los Andes. En San Martín de los Andes investigué las alternativas para llegar a Quila Quina, que se encuentra a 18 km de la ciudad, en la costa sur del lago Lacar. Opté por ir embarcado, ya que el viaje era accesible y tenía su atractivo adicional.

Quila Quina es un lugar paradisíaco. Las piedras caen en picada sobre el Lacar, la playa tiene agua cristalina, apacible, los bosques son selvas misteriosos que envuelven todo, los caiquenes deambulan sin temor con sus crias. Pero lo mejor es cuando se han ido los turistas a sus casas, de lo contrario Quila Quina está repleto de gente.

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Al rato de llegar subí por una huella vehicular y di varias vueltas buscando el sendero, pero no pude encontrar la marca de Huella Andina. Así que regresé y aproveché para descansar un poco y bañarme en el lago antes que cayera el frío repentino. Acampé y esperé a seguir la Huella el día siguiente

Día 20: Quila Quina – Puesto Casanova – Ruca Ñire (40 km)

22 de Enero de 2017

Me levanté temprano y me dirigí a la sede de guardaparque para consultar sobre el sendero. El guardaparque me explicó amablemente que los pobladores, disconformes por algún motivo, retiraban la señalización. Incluso había un cartel de Huella Andina sin colocar aún, por tal motivo.

A las 10:30 comencé a ascender de nuevo en dirección a la ruta, hasta que un muchacho me confirmó dónde doblar para encontrar el camino. Luego de un rato comenzaron a aparecer algunas marcas de Huella Andina, todavía poco claras, hasta que ya en Puesto Casanova, el sendero se encontraba bien señalizado. Desde allí todo consistió en seguir las marcas y bordear el Lago Lácar. Estas etapas de Huella Andina fueron preciosas, caminando siempre dentro del bosque cerrado y saliendo cada tanto a las playas que ofrece el lago. Hay un poco de selva valdiviana, con helechos grandes y pequeños hilos de luz que atraviezan la espesura.

Aquí vi el primer arrayán en mi vida y quedé desconcertado, al punto que lo fotografié para averiguar de qué especie se trataba. Mi ignorancia sobre la Patagonia Norte era grande.

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Encontré poquísima gente en el camino hasta llegar a Ruca Ñire, donde comenzaron a sucederse campings con servicios: en Pucará, Chachín y Hua Hum. El sendero va en esta parte alternando con huella vehicular y pasa por diversos arroyos que desembocan en el lago. Una extraña neblina o nube de polvo suave flotaba de vez en cuando y podía verse sobre los cuerpos de agua cuando la luz era tenue. Pregunté por el fenómeno y me dijeron que podría tratarse de restos de cenizas volcánicas en suspensión, pero no lo se con seguridad.

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Llegué a Hua Hum a las 20:30 hs. Para recuperar los días perdidos de conexión había caminado 40 km… ¡un montón! Inmediatamente hice dedo en la ruta y una pareja me alcanzó hasta San Martín de los Andes, donde pasé la noche.

Día 21: Conexión a Villa Traful

23 de Enero de 2017

Mi primo, Pedro de La Plata, estaba en camino a San Martín en auto. Venía a conocer el sur, así que me comuniqué con él y le propuse ir juntos a Villa Traful, donde continuaba la Huella. Pasamos en auto por el camino de los «Siete Lagos», actualmente ruta 40. Era un camino muy transitado, parecía una autopista; los ciclistas y mochileros a pie, prácticamente rozaban los autos que iban a gran velocidad. Me desilucionó esta parte tan famosa de la Patagonia.

Una vez en Villa Traful, cambió la cuestión. El pueblo era muy pequeño, ubicado a orillas de un hermoso lago. Abundaban los campings, así que luego de elegir y armar la carpa, salimos a comprar carne. Nos dimos una buena panzada de asado. Al otro día cada cual siguió su camino: mi primo escalaría un cerro y yo seguiría la Huella Andina. Quedamos en encontrarnos en Villa la Angostura.

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Día 22: Villa la Angostura – Camping Cataratas – Vivac Tapera de Lagos (23,2)

24 de Enero de 2017

La primera parte de este tramo consistió en ir caminando por ruta hasta el camping Cataratas, nada especial. Una vez allí almorcé fiambre y me dirigí a comenzar uno de los senderos más hermosos y solitarios de la Huella: el paso que conduce a Villa la Angostura.

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Esta etapa se caracteriza por un gran número de vadeos, si mal no recuerdo un total de quince. No hay mucho desnivel en esta etapa, pero lleva tiempo cruzar los arroyos. Me tomé el tiempo de quitarme el calzado en cada oportunidad, para no andar con los pies mojados y evitar las ampollas.

De a poco fue disminuyendo el sotobosque, surgió el lenguero y finalmente, a las 20:30 hs, estaba en Tapera de Lagos: un lugar encantador, elevado, solitario, cerca de las cumbres descubiertas de los cerros, junto a un antiguo refugio de lona destruido.

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Pasé la noche totalmente solo. No encontré ninguna persona en toda la etapa. Mi compañía fue el fuego, mientras me cocinaba una polenta para cenar. Cuando me acosté a las 21:30 hs, aún era de día.

Día 23: Vivac Tapera de Lagos – Cerro Bayo (12 km)

25 de Enero de 2017

Al poco de salir de la zona de acampe, se accede a un valle elevado sin árboles, el paso que conduce a Villa la Angostura, con vista espectacular. Para mi sorpresa, había bastante ganado pastando, por lo que tuve que esquivar a los toros y sus «familias», que me miraban a reojo.

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A medida que descendía me sorprendió la gran cantidad de pequeñas moscas que zumbaban en determinados lugares del sendero; el buff me sirvió aquí de mosquitero… cosa rara. Otro detalle fue que aparecieron pisadas de puma cerca de los cauces de los arroyos… pero por más que los busqué, ninguno se dejó ver.

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Luego de varias horas de descender por el valle, llegué al complejo de invierno Cerro Bayo. Un matrimonio se detuvo a conversar conmigo, muy interesado en la Huella Andina, ya que al día siguiente realizarían el mismo recorrido. Para mi sorpresa, me invitaron a comer unas truchas recién pescadas. Fue una tarde muy divertida, con charlas sobre anécdotas de senderos, pesca, viajes, un poco de guitarreada y buena comida. Al final se sumó también mi primo.

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Tras despedirnos, nos dirigimos con mi primo a buscar camping en Villa la Angostura. El camping que encontramos junto al Lago Correntoso estaba repleto de gente, había música fuerte y se perdía el encanto natural del lugar, pero no tuvimos muchas opciones.

Día 24: Angostura –  Bosque de Arrayanes (11,5km de ida + 11,5km de vuelta= 23km)

26 de Enero de 2017

Este fue el tramo más concurrido de toda la Huella Andina. Llegamos a la península de Quetrihué sobre el límite del horario permitido. El sendero estaba perfectamente mantenido, siendo transitado por decenas (sino cientos) de ciclistas y caminantes diarios. Al final el sendero se convertía en una pasarela de madera, que recorría el bosque de Arrayanes con carteles informativos. Se trató de un recorrido muy particular, sin dejar de ser atractivo, aunque muy distinto a los entornos agrestes que caracterizan otras etapas. A las 20:30 hs estábamos de regreso. Comimos algo afuera con mi primo y nos despedimos.

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Día 25: Lago Pto. Moreno – Tambo de Baez – Refugio Jakob (19 km)

27 de Enero de 2017

Tomé un micro hasta Bariloche y una chica me explicó durante el viaje cómo llegar al Tambo de Baez. Allí tomé un micro de linea hasta las cercanías del lago Perito Moreno. Bordié la costa y seguí la ruta en dirección contraria a Colonia Suiza.

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Una huella vehicular se deviaba a la derecha. La seguí por instinto hasta que aparecieron un par de casas con la inscripción «Tambo de Baez». Sin nadie a quien preguntar en el lugar, continué por el sendero. Para mi alegría reapareció la marca de Huella Andina y supe que iba por buen camino.

Era un día seco, caluroso y soleado, ideal para los tábanos. A medida que ascendía por el empolvado sendero, fue apareciendo gente que iba o volvía del refugio Jakob. Me di cuenta que era un sendero también muy transitado. La vegetación evolucionaba como de costumbre: del ñiratal al bosque de cohiues, luego las lengas.

Saludé a un grupo de scouts que regresaba del refugio: los chicos  venía saltando y cantando (no podía ser de otra manera), los dirigentes jadeando atrás y extenuados (¡todo sea por los pibes!).

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El recorrido en su totalidad valía la pena. Las últimas partes crecían bastante en dificultad, con una pendiente muy pronunciada. En determinado momento iba agarrado de las piedras, a gatas. Finalmente llegué al refugio Jakob, tras tres horas y media de caminata. Un grupo de europeos me dio la bienvenida y nos pusimos a conversar. Me registré y armé carpa en la zona habilitada. A la noche no faltó la guitarra y circuló el mate.

El refugio del Club Andino, en realidad llamado «San Martín», estaba muy bien mantenido. Era un auténtico museo con su galería de fotos históricas de pioneros en blanco y negro, auténticos titanes que hace 50 años caminaban estos cerros con abrigo de lana, bermudas de algodón y bastón de coligüe. Un patrimonio místico, orgullo de los barilochenses.

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Día 26: Refugio Jakob – Los Césares (19 km)

28 de Enero de 2017

Al otro día hicimos este tramo juntos con el grupo de europeos.. venían de Francia, Suiza y Escocia; el idioma que todos manejaban era el inglés, así que me vino ideal para practicar. A las 10 hs estábamos caminando en ascenso hacia la Laguna de los Témpanos. Todo el paisaje sobre roca, con manchas de nieve y chorrillos de agua, nada tenía desperdicio… cada momento era digno de sentarse a contemplar.

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Luego de realizar el paso Schweitzer, descendimos por unas piedras empinadas, sin duda una de las partes más espectaculares y difíciles de toda la Huella Andina. Había un gran riesgo si se perdía la mirada atenta del suelo. Allí, en medio de las piedras filosas, mis zapatillas de trekking comenzaron a romperse y apareció el primer gran agujero.

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Ya en el bosque todo consistía en continuar descendiendo por el valle, en dirección al lago Mascardi. Este tramo, inmenso y con algunos vadeos, fue muy especial. La sensación de inmensidad y soledad fue la más espectacular de toda la Huella. Fuimos las únicas personas en todo el valle. Una vez en el Lago, el silencio me producía cierto escalofrío. Pude ver por primera vez el Cerro Tronador, nuevo guardián en reemplazo del Lanín.

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El área «Los Césares» no era un camping, ni tenía servicios, como esperábamos. Por tal motivo, los europeos propusieron continuar hasta un hotel que se veía a la distancia, en la orilla de enfrente. Tras cruzar por un puente colgante un río lechoso y profundo, nos dirigimos hasta el hotel y llamamos un remis para que ellos pudieran regresar a Bariloche, donde paraban con sus pertenencias. De paso, me facilitaron la conexión al camping La Querencia, siguiente etapa de la Huella Andina. Fue triste despedirme de mis nuevos amigos, pero sentí el llamado de la Huella como un deber…

Día 27: Lago Mascardi – Lago Steffen (19,5 km)

29 de Enero de 2017

El camino al siguiente lago pasa por un valle seco, cubierto de ñires de baja altura. Abundan los arbustos espinosos y el polvo. Al final reaparecen los cohiues, indicando presencia de mayor humedad.

El lago tiene un camping muy concurrido, manteniendo a la vez una bella rusticidad. Había caballos amigables y ganzos que se acercaban a pedir comida. Esa noche intenté pescar sin éxito y me acosté temprano. El tramo entero es bellísimo, sin pendientes pronunciadas, bien señalizado y muy solitario.

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Día 28: Lago Steffen – Villegas – Camping Kaleuche – Chacra Santa Lucía (30,5 km)

30 de Enero de 2017

El sendero continuaba bordeando el Río Manso, de agua turquesa y muy profunda. Desde arriba se podían ver unas fosas pintorezcas sumergidas.

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Seguí hasta la ruta 40. Luego de caminarla un rato llegué al desvío que conduce a la localidad de Río Villegas. Comí unas ricas empanadas lugareñas antes de continuar hasta el camping Kaleuche. A continuación, el sendero pasa por caminos vecinales poco transitados, en paisaje predominante de estepa.

Un bosque de pinos con su aroma característico anunciaba la llegada a Chacra Santa Lucía. Allí me recibió cálidamente la familia Soriani. Cené con ellos un delicioso pollo, escuchando las historias de Miguel. Me contó cuando llegó Estefanía por primera vez a trazar aquel sendero… era un honor para ellos ser parte de la Huella Andina.

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Día 29: Chacra Santa Lucía – Perito Moreno – Wharton (27,7 km)

31 de Enero de 2017

Levanté campamento bien temprano, desayuné y salí a continuar la Huella. Como siempre, me costó despedirme.

El sendero continua por camino vecinal hasta cruzar el Río Foyel, ancho pero poco profundo. Luego empieza a ascender suavemente por una loma de vegetación árida y espinosa.

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Llegué a una pequeña represa y a un cauce artificial que nutría a los pobladores con el agua cristalina de la montaña. Allí almorcé unos ricos huevos duros que traía de la chacra… ¡qué manjares austeros se da uno en la Huella!

Pronto estuve cerca del refugio Perito Moreno. Me desvié casi 2 km para conocerlo. Para mi desilusión se trataba de un centro invernal, obviamente cerrado en verano. En lugar de acampar allí, regresé al camino y seguí hasta Wharton por ruta.

Posteriormente leí en una guía más reciente que la Huella Andina había cambiado su trazado y pasaba ahora por la senda que conduce al refugio Encanto Blanco.

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Día 30: Descanso en El Bolsón

1 de Febrero de 2017

Empecé febrero con un descanso. “Zero day” le dicen en inglés. Aproveché para comunicarme por teléfono con mi familia y conectarme a Internet en un ciber (ya que mi celular era muy primitivo).

De casualidad me reencontré con mi amiga de Escocia aquel día. También probé las famosas cervezas del Bolsón.

Valió la pena el descanso… mis pies lo venían pidiendo.

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Día 31: Wharton – Camping Río Azul (16 km)

2 de Febrero de 2017

Mala noticia: me informaron que el tramo de Wharton hasta el camping Río Puelo era peligroso en la zona de cabeza de Indio a causa de… los robos. No sabía qué tan cierto era esto, pero ante la duda, dejé mis pertenencias en el camping, incluyendo la cámara de fotos.

Al llegar a Cabeza de Indio el sendero era confuso y se bifurcaba constantemente en el bosque tupido. De pronto llegué por casualidad a un puesto de informes y me volvieron a advertir del peligro, ahora oficialmente. Me informaron que el sendero iba a parar a un asentamiento, por lo que había sido rediseñado para que bordeara el río Azul. Así que desvié el rumbo y terminé llegando por ruta hasta el final.

Día 32: Camping Río Azul – PN Lago Puelo (14,9 km)

3 de Febrero de 2017

Una vez que volví por mis pertenecias, regresé al río Azul y proseguí la Huella hasta la localidad de Lago Puelo. La señalización era escasa y por momentos el sendero se confundía con huella vehicular hasta finalmente perderse en el pueblo. Acampé en el Huillín, donde me recontré con su dueño luego de un par de años, amigo y gran pescador.

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Ya en Puelo compré víveres y preparé carne a la parrilla.

Pregunté y me dijeron que la senda al Desemboque se había incendiado hace dos años atrás y que posiblemente fuera intransitable. Sin perder las esperanzas, decidí madrugar y encarar aquel tramo de la Huella Andina al día siguiente.

Día 33: Intento de senda al Desemboque (8 km)

4 de Febrero de 2017

Salí en dirección al lago y un pueblerino generoso me levantó con su auto. Ya con los bastones en mano me dirigí rápidamente al comienzo de la senda, donde un cartel en pie aún me daba esperanzas de que fuera transitable.

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Sin perder su belleza única el Lago Puelo no podía esconder las cicatrices del incendio: la margen sur negra grisácea, en oposición al verde pleno de enfrente. Afortunadamente las montañas del fondo conservaban su esplendor inmune, con las nieves eternas custodiando las nacientes del Río Turbio.

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La primera hora de caminata era un bosque intacto, un sendero estrecho y marcas claras de Huella Andina, en ascenso pronunciado. En determinado momento se bifurcaba y salía la senda al Desemboque, apareciendo lentamente los rastros del incendio. Las marcas eran cada vez más escasas, cubiertas por vegetación, derretidas o carbonizadas.

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Luego me fue muy difícil encontrar el sendero, que se perdía en un escenario desolador de hondas cenizas, lengas carbonizadas y rosedales muy difíciles. Estuve caminando en dirección al desemboque hasta que aproximadamente a las 18 hs desistí. Me había quedado sin agua y mi ritmo de caminata era extremadamente lento entre los arbustos y los árboles caídos. Para colmo, aumentaban los barrancos y las piedras se desmoronaban con facilidad. Me pregunté: ¿Y si el Desemboque estaba en las mismas condiciones? ¿Cómo iba a hacer para volver?

Tenía dos opciones: volver a intentar esta etapa con más agua y provisiones al otro día o llegar al Desemboque caminando por ruta. Regresé a pensarlo tranquilo. Pero estaba frustrado y desilucionado con la administración del Parque… se traba de un sendero histórico totalmente abandonado.

Llegué al pueblo con la camiseta agujereada, ropa, cara y manos teñidas de carbón. Había sido una jornada difícil.

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Día 34: Lago Puelo – El Hoyo – El Desemboque caminando por ruta (40 km)

5 de Febrero de 2017

Al día siguiente presenté mis quejas en el Parque y en informes de la localidad: primero por el desinterés en mantener el sendero; y segundo porque la folletería y el cartel de entrada… ¡lo seguían promocionando!

Luego de almorzar, preparé unas viandas y salí a la ruta. Mantuve mi terquedad de hacer la Huella a pie y llegué a destino para el anochecer, pasando por la localidad del Hoyo.

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Buena noticia: el valle del Desemboque se había salvado casi milagrosamente del incendio. Funcionaba un camping con servicios y el lago mantenía su belleza intacta. Para mi alegría me informaron que la senda a Epuyen estaba en buen estado y era transitada a diario.

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Día 35: El Desemboque – Puerto Patriada (12,3 km)

6 de Febrero de 2017

Lo siguiente demuestra que no se necesitan millones de pesos ni contratos de Nación para mantener la Huella Andina. Tras el incendio, los pobladores locales habían rehabilitado la senda a Puerto Patriada, caminándola a caballo y limpiándola de los árboles caídos con paciencia. Pude comprobarlo con alegría y aunque el bosque incendiado la convertía en una etapa triste, pronto reaparecía el verde de los cohiues y la vista al Puelo seguía siendo majestuosa. Los pobladores cumplieron su trabajo de manera excelente y el tramo valió realmente la pena: un ejemplo para la continuidad futura de la Huella Andina.

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A media caminata se encontraba la laguna de los Alerces. Yo pensaba que eran de los grandes, pero se trataba de especímenes jóvenes. Habían includo algunas mesas para estar y lugar para armar carpa. Tras un breve descanso continué hasta el Lago Epuyen.

El lago es una zona extremadamente concurrida, administrada por una junta vecinal de la localidad de Epuyén. Cuenta con campings con todos los servicios (¡incluyendo choripán y helado!). Si bien esto puede no combinar con la Huella Andina, le viene bien al caminante un poco de civilización de vez en cuando…

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Una familia me vio y con curiosidad me preguntó por mi recorrido. Todos ellos eran músicos y expertos baqueanos de la zona. Me invitaron a su ronda de asado. «El verdadero asado se come así, con la mano», me enseñaron. Yo no podía estar más agradecido.

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Hecha una nueva amistad me despedí y fui a dormir para continuar la Huella Andina al día siguiente.

Día 36: Conexión a Villa lago Rivadavia

7 de Febero de 2017

El dueño del camping me acercó en auto hasta la localidad del Hoyo. Allí, en informes, la mujer que atendía se sorprendió por mi libreta de Huella Andina. Le pedí que me la firmara y admitió que era la primera vez que utilizaba el sello.

Tomé el micro a Cholila por ser el que salía más temprano. Desde allí hice dedo hasta Villa Lago Rivadavia, donde continuaba el itinerario.

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Para no perder tiempo, quise continuar la siguiente etapa apurado el mismo día pero me perdí entre caminos vecinales y huellas de ganado. Regresé para dormir en el camping del Abuelo y al otro día, descansado, poder continuar.

Había culminado con satisfacción la mayor parte de la Huella Andina. El resto era cuenta regresiva…

(Continúa en: Testimonio de la Huella Andina: Cuarta parte (final))

Parte anterior: Testimonio de la Huella Andina: Segunda Parte

Equipo: Cómo armar una mochila liviana para la Huella Andina (5,43 kg)

5 comentarios

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  2. Carlos A. Morales

    Con relación a «el tramo de Wharton hasta el camping Río Puelo», en enero del 2024 la situación es peor. Cabeza de Indio inhabilitado por delitos reiterados. Hay mas cercados. Ir por la Ruta 85 sería una buena opción, pero también hay riesgos por robos. Ojo con la Pasarela de la Confluencia: está PROHIBIDO su uso.

  3. Carlos A. Morales

    El Desemboque: Parque Nacional Lago Puelo. Tipo 10 AM, cerrada la oficina de entrada. Camino al Mirador del Lago, hay otros dos senderos que solo permiten regresar al punto de partida. Guardaparques poco amistoso y abanderados de los ninguneadores de la HA. Enero del 2024.